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PASCUA DE RESURRECCION
Buenos Aires, Carlos Pellegrini 1441
Abril de 1936
¡ALMAS Y ALMAS!
|p1 A los Religiosos y Religiosas de la Pequeña Obra:
A los Amigos, Bienechores y Bienechoras:
A nuestros queridos alumnos y Ex-Alumnos:
A todos nuestros Pobres: a los huérfanos, a los sanos y enfermos.
A los jóvenes y ancianos, que viven en las Casas de la Congregación, bajo las alas de la Divina Providencia.
QUERIDISIMOS EN EL SEÑOR:
¡Pax vobis! La paz sea con vosotros!
Vengo a presentaros mis felicitaiones de Buenas Pascuas. Que ellas traigan a todos y cada uno de vosotros, las alegrías y los gozos de la Resurrección.
Cristo "nuestra Pascua" ha sido inmolado: el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, ha muerto y al morir, destruyó la muerte.
Pues El es Resurrección y Vida, y hoy ha resucitado glorioso y, al resucitar, renovó la vida.
|p2 ¡ESTAMOS EN PASCUA! Pascua en hebreo significa "pasaje" - y señala el tránsito del hombre caído, del estado de esclavitud por el pecado y la muerte, a la libertad de los hijod de Dios y a la posesión de una nueva vida de gracia.
Es Pascua ¡Hosanna al resucitado! ¡Aleluya, aleluya!
Este es el Día que ha hecho el Señor: gocemos y alegrémonos en él con actos de pureza y de verdad.
¡Aleluya! Alabemos y glorifiquemos a nuestro Dios, porque la Resurrección es la victoria de Cristo sobre el poder de las tinieblas; es el Rey Victorioso que sale del sepulcro, después de haber vencido a la muerte, y asciende para abrirnos las puertas del cielo.
Ya el Diácono de la blanca dalmática, ha anunciado a los creyentes la inefable alegría.
La Pascua es "la Fiesta de las fiestas", la "Solemnidad de las solemnidades", pues la Resurrección del Señor es el milagro por excelencia, el sello de nuestra fe en la Divinidad de Cristo.
¡ESTAMOS EN PASCUA! ¡Oh queridísimos: Aleluya, aleluya!
¡Paz a vosotros y paz a todos! Es la hora de los suaves y santos gozos, la hora del más espiritual de los consuelos" ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya, aleluya!
¡Es Pascua! Abramos los ojos a la nueva luz, desprendámonos de toda debilidad e imperfeción moral; elevémonos, oh mis queridos de las ansiosas solicitudes de esta miserable vida, a los goces de la vida bienaventurada. ¡Arriba los corazones, oh Hermanos, arriba, arriba!
|p3 ¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡Ah, que resurja Cristo también en nosotros, si por ventura hubiésemos tropezado a lo largo del camino; que viva en nosotros con su gracia, y que nosotros vivamos en El y de El, porque afuera de El no hay vida ni consuelo que valga! ¡Vivamos de Cristo y hagamos vivir a todo el mundo de Cristo!
Y que la victoria del Señor sea también nuestra victoria, y la muerte sea, también para nosotros un pasaje a la vida nueva, y pueda un día hacernos gloriosos este cuerpo que la tumba sólo rcibirá en depósito.
¡CRISTO HA RESUCITADO! Pero sigue quedando entre nosotros; queda siempre con nosotros para enjugar nuestras lágrimas y trocar en amor nuestros dolores.
|p4 Elevemos los ojos de la fe, oh hermanos, he aquí a Cristo que viene, vivo entre vivos, para darnos vida con su vida, en la efusión copiosa de la redención.
Viene radiante, envuelto en el gran manto de la misericordia, y adelanta amable y poderoso "coronado con aureolas de victoria".
Avanza al grito angustioso de los pueblos: Cristo viene llevando sobre su Corazón a la Iglesia, y en su mano las lágrimas y la sangre de los pobres; la causa de los afligidos, de los oprimidos, de las viudas, de los huérfanos, de los humildes, de los despreciados.
Y tras de Jesús, se abren nuevos cielos: ¡es como la aurora del trinfo de Dios! Son gentes nuevas, nuevas conquistas; es todo un triunfo, jamás visto, de grande y universal caridad; porque el último en vencer es El, Cristo y Cristo vence en la caridad y en la misericordia.
Porque el porvenir le pertenece a El, a Cristo, Rey invencible, Verbo Divino que regenera, camino de toda grandeza moral, Vida y surgente viva de amor, de progreso, de libertad y de paz.
|p5 ¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡Exultet!
Hosanna a Cristo: entonemos también nosotros el magnífico himno, el himno triunfal de la resurrección cantado por el gran Agustín.
¡EXULTET! Regocíjese pues la turba angélica de los cielos; resuene la trompeta de la salvación, y levantémonos todos para saludar el triunfo de Cristo Rey, que ha reinado desde la Cruz.
¡EXULTET! Goce la tierra en toda su extensión, irradiada por tantos fulgores y, limpia de las tinieblas del mundo, siéntase al fin libre y salva; aprenda a Cristo, respire el espíritu de Cristo y vívalo, en un grande amor a Dios y a los hombres, en la ciencia de la caridad.
¡EXULTET! Alégrese la Santa Iglesia, fundada sobre la piedra de Pedro, adornada y bella de luz tan maravillosa, y la vastidad de sus templos resuene de las voces de los pueblos jubilosos.
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Magnifiquemos al Señor en la gloria de la resurrección, caminemos confiados hacia la celestial Galilea, adonde Jesús nos precede, alimentados con los Sacramentos Pascuales, que la Iglesia, la gran Madre de la Fe y de las almas, consevadora de la Sangre incorruptible de Cristo, nos ofrece.
¡La Santa Iglesia! La Iglesia que única merece el nombre de Madre y de Iglesia: Iglesia Una y Universal que habla desde Roma la palabra infalible del "dulce Cristo en la tierra".
¡ESTAMOS EN PASCUA! ¡Buenas Pascuas a todos!
Y gloria, honor, amor, adoración a Tí oh Cristo Jesús, que Te dignaste morir y resucitar por nosotros. Y que nos has dado a la Iglesia, y el "Pastor de la iglesia que nos guía".
Infúndenos, oh Señor, en estos días, el espíritu de la caridad, y que la virtud del Sacramento Pacual persevere constante en nuestras almas.
|p6 Y ahora, voy a llegar a la palabra que tanto me conmueve: al adiós.
Adiós, queridísimos Sacerdotes míos, queridísimos Clérigos, Religiosos y Religiosas de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, ¡adiós!
¡Rogad por el padre lejano, rogad por mi alma!
Recibid los más cordiales augurios de estos hermanos vuestros y de estas Hermanas en Cristo: no nos olvidéis en vuestras oraciones.
No creáis que yo no sufra por estar tan lejos de vosotros.
Todavía por algún tiempito, Dios dispone que sea así: el bien de nuestra querida Congregación, me parece que requiere este sacrificio. ¡Estemos contentos en el Señor! ¡El Señor lo tendrá todo en cuenta y estará con nosotros!
¡Adelante, hijos míos, adelante in Domino! ¡Mañana estaremos en el Paraíso!
Oremos, perseveremos en la vocación, y humildes y fieles a la Iglesia, sirvamos la causa de los pobres, que es la causa de Dios.
Neguemos continuamente de nosotros mismos; conformemos nuestra vida con la vida de Jesucristo, llevemos alegremente la cruz siguiendo a Jesús, viviendo como pobres hijos dela Divina Providencia, en humildad y gran caridad, no sólo a los pies del Vicario de Cristo y de los Obispos, sino también del Clero regular y secular. La Pequeña Obra debe ser a manera de un estropajo a los pies y bajo los pies de todos, por amor a Dios bendito y para nuestra santificación.
Que todos vosotros, Religiosos y Religiosas, podáis sentir en estos días las divinas consolaciones que en la resurrección de Cristo sintieron María Santísima, los Apóstoles, los Discípulos del Señor y las piadosas Mujeres.
¡Siempre estoy con vosotros! ¿Cómo podría olvidaros? ¿Quedarme espiritualmente lejos de vosotros? ¿Y cómo podría orar, si antes no ruego por vosotros?
|p7 Para consuelo vuestro, os doy una linda noticia: acabamos de abrir en Rosario de Santa Fe, la segunda ciudad de la Répública, Escuelas Gratuitas en el barrio más pobre: son casi todos hijos de italianos: tenemos ya 450 alumnos. ¡Deo gratias! Aquí, además, el 30 de abril, fiesta de San José B. Cottolengo, presentes todas las Autoridades, se inaugurarán seis pabellones del "Pequeño Cottolengo Argentino", y la primera iglesia dedicada al Cottolengo: que yo sepa, no existe otra hasta el presente, en todo el mundo.
Me diréis: ¿Tiene deudas? No, no tengo ninguna deuda. ¡Son milagros de la Divina Providencia y del Cottolengo! ¡Demos gloria a Dios! Ha sido el corazón grande de esta noble Nación Argentina.
Este "Pequeño Cottolengo" ha surgido de la bendición del Excmo. Nuncio Apostólico y de los Arzobispos de Buenos Aires y de La Plata.
¡Demos gloria a Dios y tengamos gratitud eterna para con los Bienechors e insignes Bienechoras!
Algún extraño podrá pensar: - Si no tiene deudas, tendrá dinero. No, queridos, no tengo deudas y tampoco tengo dinero.
Hace meses, el Arzobispo de Milán, el Emmo. Cardenal Schster, después de haber visitado el "Pequeño Cottolengo Milanés", le dijo a Don Sterpi: - Escríbale a Don Orione, que si llega a tornar de América con dinero, no lo reconoceré más como Don Orione. Cuando me llegó este mensaje, he pasado un alegre cuarto de hora, porque precisamente en aquel momento me hallaba sin zapatos, obligado a no poder salir de la habitación.
Al darle las gracias al Venerado Eminentísimo, he podido tranquilizarlo, diciéndole, que si desde Italia alguna alma buena no pensaba en pagarme el pasaje de vuelta, no sé si, ni cuando podré retornar.
Inimicitiam ponam inter te et pecuniam, parece me hubiera dicho el Señor.
Como veis, queridísimos, estoy de muy buen humor: esto os hará comprender que tengo buena salud. Estad tranquilos, y siempre de humor alegre también vosotros: sirvamos al Señor alegremente.
Pasad Buenas pascuas, oh queridísimos, y... hasta vernos, si...
|p8 Bienechores y Bienechoras: Para vosotros mi ferviente y afectuoso saludo y mis más sentidos agradecimientos. Recibidlos tal como me brotan del corazón: sencillos, sinceros y profundos.
Dios os recompense porque, durante mi prolongada ausencia, no sólo no habéis abandonado nuestras instituciones de caridad y de cristiana y social educación, sino que además habéis rodeado de singular benevolencia y consolación a mis pobres sacerdotes y al querido Don Sterpi, y fuisteis también generosos en bondad hacia nuestras Hermanas, consagradas al cuidado de los pequeños y de los desamparados. Dignaos continuar en lo posible, vuestra colaboración y vuestra generosidad y seréis bendecidos por el Señor.
¡Yo no os olvidaré nunca, nunca! Ruego y rogaré siempre por vosotros, por vuestro espiritual provecho, por la prosperidad de vuestros intereses y la felicidad de vuestras familias.
|p9 Y ahora, a vosotros queridos Ex-alumnos: a vosotros oh jóvenes, que todavía estáis creciendo para la Religión, la Familia y la Patria, en nuestros Institutos, y sois parte tan importante de nuestra vida y de nuestro corazón: ¡Buenas Pascuas! Ruego por vosotros y especialmente por los de vosotros que están en Africa. ¡Oh, cuánto ruego por los soldados italianos que están en Africa!
Que el Señor vele siempre sobre vosotros, oh inolvidables Hijos míos en Cristo!
Aquellos de vosotros que ya son padres, que eduquen en el temor de Dios a sus hijos.
Todos, además, seáis amantes de vuestras familias; manteneos morales y buenos: vivid como verdaderos cristianos; rezad, frecuentad los Sacramentos, santificad las fiestas; no os avergoncéis jamás del Evangelio ni de la Iglesia: "Sin fuerza de ánimo, no hay virtud" ha escrito Silvio Péllico.
Tened el valor del bien y de la educación católica e italiana recibida!
Difundid el espíritu de la bondad; perdonad siempre, amad a todos; sed humildes, trabajadores, francos y leales en todo; de fe, de virtud y de honestidad tiene el mundo necesidad extrema.
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|p10 Y a mis queridos pobres, ¿qué diré?
¡Dios sabe con qué amor me dirijo a vosotros! ¡Cuántas veces al día pienso en vosotros!
Puedo decir que os tengo siempre presentes; siento que os quiero en el Señor, ahora, que me hallo lejos, más que antes estando cerca, ¡y ruego por vosotros! ¡Cómo quisiera consolaros y pasar mi vida junto a vosotros, y serviros uno a uno, como se sirve a Jesucristo!
A veces os envío a mi Angel de la Guardia: ¿no lo sentís? Os lo envio para que os consuele, para sugeriros sentimientos de viva fe, de paciencia, de cristiana resignación, de amor a Dios, de devoción a la SSma. Virgen y Consoladora de los afligidos.
Si Dios lo quiere, espero volveros a ver pronto. Mi primera visita será para vosotros y os contaré tantas cosas lindas!... Estaré enteramente a vuestra disposición, mis queridos pobres, buenas ancianitas, queridos enfermos, mis amados ancianos, mis queridos huérfanos.
Regresaré y os traeré los regalitos de América, parte de los cuales os envían los pobres de aquí, nuestros hermanos de aquí. Oh, cuántas cosas tengo que contaros! ¿Sabéis que he estado en Chile y he volado en aeroplano por encima de altas montañas, más altas todavía que nuestros Alpes? Y volveré a Chile y la Divina Providencia abrirá en Santiago, que es la capital, un "Pequeño Cottolengo Chileno" y tendremos además otra casa cerca del mar, cerca de Valparaíso, el puerto más importante de Sud América en el Océano Pacífico. Pero haré pronto y volveré con vosotros; luego tal vez retornaré aquí de nuevo.
Entre tanto, seguid bien, portaos bien, haced muchas Comuniones por mi y rezad!
¡Os bendigo a todos, mis queridísimos pobres, y felices Pascuas!
Y aquí termino, porque si no, nunca terminaría. Ahora me dirijo a todos:
¡La luz de Cristo ilumine vuestros pasos, alegre y santifique toda nuestra vida!
Que esta Santa Pascua obre en nosotros una maravillosa renovación espiritual y nos transforme en Cristo!
Que la bendición del Señor descienda ampliamente sobre vosotros y sobre los seres que os son queridos, y sea una bendición grande, grande, grande como es grande el Corazón de Dios!
¡Aleluya!, Aleluya, Aleluya!...
¡Felices y Santas Pascuas a todos!
Vuestro afectísimo en Jesucristo y en la Santísima Virgen,
DON ORIONE
de la Divina Providencia