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¡Instaurare omnia in Cristo! (San Pablo)
Buenos Aires, 3 de julio de 1936.
|p1 Queridos hijitos míos en Jesucristo;
¡La gracia de Ntro. Señor y su paz sean siempre con nosotros!
¡Hoy es el 3 de julio! ¡Qué hermosa fecha! ¡Gran fecha es hoy para mí, oh mis amados! ¡Cuántos años han pasado desde aquel 3 de julio! Pero su recuerdo permanece vivo todavía ante mí como si fuera ayer.
Era clérigo y custodio de la Catedral, Obispo de Tortona era Mons. Bandi, todavía al comienzo de su episcopado. Los niños y los jovencitos que se me apretaban entorno, eran muchos, algunos centenares; los había de la escuela elemental, de las escuelas técnicas del gimnasio y un lindo grupo de los que ya trabajaban.
Ya no se podían tener más; no cabían en mi pequeña habitación, allá en lo alto sobre la bóveda de la Catedral, la última de todas: no era más posible tenerlos en la Catedral, porque corrían por arriba y por abajo por todas partes; ni en la Iglesia del Crucifijo, ni en la ancha plazuela contigua, porque no cabían. Y además había quien murmuraba, quien criticaba, quien se reía y se burlaba, y quien me trataba de loco. Desde entonces me aplicaron las sanciones, quitándome los alimentos; colocaron a otro llegado después de mí, dándole precedencia. Los custodios de la Catedral entonces éramos tres. Yo era el último, con una retribución de doce liras por mes, con las cuales yo contribuía a pagar en parte, la pensión de un jovencito de Tortona que había entrado en el Seminario de Stazzano; ahora es sacerdote. Sin embargo, había Canónigos dignísimos, especialmente Mons. Novelli, Mons. Campi, Don Daffra que luego fué obispo de Ventimiglia; entre todos el obispo especialmente estaba muy contento que se recogiesen aquellos niños y se formase en Tortona, un Oratorio Festivo. Y entregó su mismo jardín y varias habitaciones del Palacio Episcopal, en la planta baja, donde ahora están las cocinas económicas.
|p2 Este fué el Primer Oratorio que se abrió en la Diócesis, y precisamente en la casa del Obispo. La inauguración tuvo lugar el 3 de julio y fué solemne, estando presente su Excia. Mons. Bandi, Mons. Daffra, Obispo electo de Ventimiglia, el Abad Doria, Mons. Novelli, el Teólogo Don Testone. Un grupo de seminaristas cantó "Oh Luis, oh puro Lirio", dirigidos por el Maestro José Perosi, que tocaba el harmonium, padre y maestro del célebre Lorenzo. Asistieron mucha gente y muchísimos niños. La inauguración tuvo lugar en el mismo jardín de la Curia, que pocas semanas después todo había quedado reducido a patio. Recuerdo que Federico Canegallo leyó un discurso de agradecimiento en francés - estudiaba en las Escuelas Técnicas. Yo también he leído una especie de discurso: "¡Almas y Almas!" También estaba Mariano Perosi, el actual Maestro de Capilla de el "Duomo" de Milán. Este distribuyó una cantidad de estampitas del Sagrado Corazón, que su hermano Lorenzo había traído de Vigevano, donde había estado, me parece para inaugurar el órgano de las Sacramentinas.
El obispo Mons. Bandi pronunció un hermoso discurso: se sentía que las palabras le salían del corazón. El Oratorio se llamó "ORATORIO FESTIVO SAN LUIS". Se adaptó una Capilla y un altar con aquel cuadro de San Luis que todavía se conserva en nuestra casa. Luego se agregó también aquella estatuita de María Inmaculada, que igualmente se encuentra con nosotros.
A raíz de la apertura del primer Oratorio Festivo, Mons. Juan Novelli, nombrado por el obispo, Director (yo era un pobre clérigo), publicó un folleto de invitación, editado por la tipografía de Salvador Rossi.
|p3 La Pequeña Obra de la Divina Providencia, nacida de aquel Primer Oratorio Festivo, y la primicia de aquellos niños, ya había sido ofrendada y diría, consagrada al Señor, a los pies del gran Crucifijo que ahora está en el Santuario, durante la semana precedente.
Al abrirse el Colegio de San Bernardino, el Oratorio fué confiado a otras manos y decayó pronto.
¡Pero cuánto bien hizo aquel Primer Oratorio! Con el auxilio divino volvió a ser abierto, en el mismo sitio, durante el primer año del Episcopado de Mons. Grassi, pero diversas causas determinaron su traslado a un lugar quizá poco a propósito, y así terminó también este segundo Oratorio. Tenía tanto interés por el oratorio, que casi todas las semanas venía a Tortona desde Avezzano (Los Abruzos), donde me hallaba como Delegado del Patronato "Reina Elena" para los huérfanos del terremoto. De aquel Oratorio Festivo puede repetirse con el Manzoni: "Cayó, resurgió y yace". (Cadde, risorse e giacque). ¡Pero cuánto consuelo no he sentido aquí cuando supe que Su E. Rvdma., nuestro nuevo Obispo, lo ha vuelto a establecer para la Parroquia de la Catedral, en aquel mismo jardín de los comienzos! ¡Deo gratias!
|p4 Amados hijos míos, he querido hoy, 3 de julio recordaros aquel Primer Oratorio y aquella primera labor, no sólo para que me ayudéis a dar gracias al Señor, sino también para que reflexionéis bien acerca de que la Pequeña Obra de la Divina Providencia ha nacido de un Oratorio Festivo; un Oratorio de jovencitos ha sido la piedra angular de nuestra Institución. Y la Santísima Virgen en aquellos momentos de gran aflicción y de viva persecución, maternalmente se dignó tomar desde entonces bajo su manto celestial, no sólo al Oratorio, (del que había puesto en sus Manos la llave), sino a toda la multitud sin fin, de los Hijos de la Divina Providencia, que habrían de venir luego, de toda raza y color.
Pero no escribo solamente por esto, oh mis queridos, no: quisiera al celebrar este grato recuerdo, aprovechar también la oportunidad para animaros a cumplir, con mayor prontitud y arrojo, la obra que, me parece Dios quiere de mí y de vosotros: LA OBRA DE LOS ORATORIOS FESTIVOS.
|p5 ¿Qué es lo que saldrá de tanta ruina?
Somos Hijos de la Divina Providencia y no desesperamos, antes, confiamos grandemente en Dios.
No somos de esos catastróficos que creen que el mundo ha de terminar mañana: la corrupción y el mal moral son grandes, es verdad; pero retengo y firmemente creo, que el último en vencer será Dios, ¡y Dios vencerá con una infinita misericordia! ¡Dios ha vencido siempre así! Tendremos novos coelos et novam terram. La sociedad restaurada en Cristo, reaparecerá más joven, más brillante; reaparecerá reanimada, renovada y guiada por la Iglesia. El Catolicismo, con plenitud de divina verdad, de caridad, de juventud, de fuerza sobrenatural, se elevará en el mundo y se pondrá a la cabeza del siglo renaciente para conducir a la honestidad, a la fe, a la civilización, a la felicidad, a la salvación.
Una gran época está por venir; esto por la misericordia de Jesucristo Señor Nuestro, y por la celestial y materna intercesión de María Santísima. Veo alzarse un monumento grandioso, no fundado sobre arena; una columna luminosa de caridad se levanta fundada sobre la caridad revelada, sobre la Iglesia, sobre la piedra única, eterna, indestructible: "Petra autem erat Christus".
|p6 Más, a esta Era, a este grandioso y nunca visto triunfo de la Iglesia de Cristo, nosotros, por mínimos que seamos, hemos de aportar el tributo de toda nuestra vida; en cuanto depende de nosotros, debemos prepararla, apresurarla con la oración incesante, con la penitencia, con el sacrificio, y transfundiendo nuestra fe, sobre todo nuestra alma, en la joven generación, especialmente en aquella juventud que es hija del pueblo, y que es la que más necesita de la religión, de la moralidad y de ser salvada. La salvación de toda la juventud del mundo entero, más que los colegios - que son más o menos hospitales - se conseguirá mediante los Oratorios Festivos y las Escuelas. Don Bosco decía: "¿Queréis salvar a un pueblo, a una ciudad? Abrid un buen Oratorio.
Nosotros nos hallamos todavía demasiado verdes para ponernos al frente, hijos míos, de la escuela del pueblo; pero, Deo adjuvanta, llegará el día en que sobre las ruinas de la escuela laica de muchas Naciones descarriadas, edificaremos la Escuela Cristiana.
|p7 Entre tanto, sin embargo, por lo que respecta a los Oratorios Festivos, no se debe tardar un momento más, oh mis queridos.
Al lado de cada Casa y dondequiera se hallen los Hijos de la Divina Providencia, debe en seguida surgir y florecer un Oratorio Festivo. Y digo festivo, no diario. Sin embargo por la tarde de los días que preceden a los festivos, ábrase para que los niños tengan comodidad para confesarse. El Oratorio se ha de abrir para todos los jóvenes, a fin de poder reunirlos, hablar con ellos, moralizarlos, hacerlos dignos ciudadanos y dignos católicos: quede abierto durante todos los días domingos y festivos del año.
Si para mi vuelta queréis prepararme un gran consuelo, haced que encuentre anexo a cada Instituto, un Oratorio Festivo floreciente. El día más lindo para mi será aquel en que se me dé la noticia de que se ha abierto, por obra nuestra, un nuevo Oratorio Festivo.
Y no sólo debería cada casa crear un Oratorio, sino que, si las circunstancias de lugar y de tiempo apenas lo permitiesen, la misma casa debería sostener varios, empleando en ellos a los Sacerdotes, Clérigos, Coadjutores nuestros y al personal laico de confianza.
|p8 Y tened en cuenta que el Oratorio no debe ser para una determinada categoría de jovencitos con preferencia a los demás. No. Don Bosco, mi venerado Maestro (he tenido el gran beneficio de ser catequista en su Primer Oratorio Festivo de Valdocco, viviendo él, y durante el año siguiente a su muerte); decía Don Bosco, que no se debía exigir ni siquiera la presentación de los niños por parte de sus padres. La única condición para ser admitidos en el Oratorio Festivo, abierto en Turín por Don Bosco, era la de que el joven tuviese buena voluntad, dispuesto a divertirse, instruirse y cumplir, junto con los otros, los deberes religiosos.
Las causas de alejamiento de un joven, del Oratorio, no podían ser ni la vivacidad de carácter, ni la insubordinación ocasional, ni la falta de un buen traje, ni la falta de buenos modales, ni cualquier otro defecto juvenil, propio de la ligereza o de un natural capricho, sino únicamente la insubordinación sistemática y contagiosa, la blasfemia habitual reincidente, las malas conversaciones y el escándalo.
|p9 Con excepción de estos casos, la tolerancia debía ser ilimitada. Y así haremos también nosotros. De lo contrario, ¿para qué el Oratorio Festivo? Todos los jóvenes, aún los más desamparados y miserables, deben comprender que el Oratorio Festivo es para ellos su casa paterna, el refugio, el arca de salvación, el medio seguro para hacerse más buenos bajo la acción reformadora del afecto puro y paternal del Director. Los jóvenes son de quien los ilumina santamente y santamente los ama; ellos tienen necesidad de una mano que los conduzca, que los aleje del vicio y los guíe hacia la virtud. Así pues, que no haya ninguna Casa de la Divina Providencia sin su Oratorio Festivo. Perdonad si no puedo alargarme más. Animo, queridos míos; arrojémonos entre los hijos del pueblo; arrastremos hacia los caminos del bien a la joven generación; mostremos especialmente con los Oratorios Festivos, cuán fecunda es la Iglesia en fuerza moral, benéfica, religiosa, redentora, manantial siempre vivo de aquella caridad que Jesucristo vino a traer a la tierra. Que toda nuestra vida irradie amor grande a Dios y amor al prójimo en particular a la juventud más pobre y abandonada, y ¡Dios estará con nosotros!
|p10 Comprendo que también este año veré pasar la Fiesta de la Virgen de la Guardia, sin encontrarme todavía con vosotros en aquel día, tan grato a mí y a vosotros y a los habitantes de Tortona... Pero Dios hace bien todas las cosas, y ha visto que esta lejana ausencia habría de producir beneficio a nuestro espíritu: ¡Dios sea siempre bendito! Pero volveré, vivo o muerto volveré! Todos habréis de comprender cuán duro se me hace estar lejos de vosotros; pero que este común sacrificio suba al trono del Altísimo como oración propiciatoria en olor de suavidad. Crucemos las montañas, oh mis queridos, volemos con el espíritu, atravesemos por encima del inmenso océano que nos separa; sostengámonos, animémonos fraternalmente con la oración, y estrechémonos cada vez más a Ntro. Señor, a la Santa Iglesia y a la pobre pero tan querida Cogregación nuestra: ¡Dios estará con nosotros! Pronto volveré.
Os bendigo con toda la efusión del corazón en Jesús Crucificado y en la Virgen SSma. Recibid los saludos más cordiales de estos hermanos vuestros y tenedme por vuestro afectísimo como padre en Cristo.
Sac. J. LUIS ORIONE de la P. O.
P/D. Para leerse en lugar de la lectura espiritual en alguno de los últimos días de los Ejercicios Espirituales.
Siempre bien de salud, todos: ¡Deo gratias!