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EL CAPITULO PRIMERO DE LAS CONSTITUCIONES
Buenos Aires, 15 de julio de 1936
¡ALMAS Y ALMAS!
|p1 A mis queridos hijos en Jesucristo, reunidos en la Casa de Montebello para los Santos Ejercicios Espirituales.
¡La gracia y la paz de Ntro. Señor Jesucristo, oh mis queridos hijos, sea siempre con nosotros!
No me ha sido posible enviaros una carta a propósito para este segundo Curso de Ejercicios Espirituales: lo deseaba tanto, y sin embargo, ya veis ni siquiera he podido el sábado pasado, cuando partía el último avión, escribir a Don Sterpi.
¡Hágase la voluntad de Dios!
Tenía que predicar y confesar a todas las Conferencias de San Vicente de Paul, de Buenos Aires, reunidas en un retiro para la fiesta de su Santo Patrono: eran más de mil hombres y jóvenes.
He pensado mucho en vosotros,también he orado un poco, no mucho, pero de corazón por vosotros; he dicho al Señor que fueran para vosotros también los sudores de aquellos pobres sermones. Y sin embargo, confieso que no me sentiría tranquilo, si al menos no os enviara alguna palabra buena, paternal, oh mis queridos hijos!
|p2 Y he aquí que he pensado, en lugar de una carta, enviaros el Capítulo primero de nuestras Constituciones, y como Nuestro Señor y la Santísima Virgen me ayudaron, una de estas noches, a darle el último retoque. Porque, lo que es durante el día, hay un ir y venir de pobres, y es imposible pensar en poder escribir. Así pues, oh mis queridos, digamos ante todo un lindo "¡Deo gratias!", de aquellos que decía el Cottolengo. Además os diré que esta primer página de las Constituciones, confío en Dios que servirá para enfervorizaros, y enfervorizaros de amor grande, grande, grande y dulcísimo al Vicario de Jesucristo: ¡el amor al Papa es nuestro amor sagrado, es nuestra vocación, es nuestro Credo, es la palpitación de nuestra vida, oh mis queridos hijos! En el Papa nosotros vemos a Jesucristo, seguimos a Jesucristo, seguimos a Jesucristo, amamos a Jesucristo! ¿Y en los Obispos? En los Obispos vemos, seguimos, veneramos y amamos, a los Sucesores de los Apóstoles "puestos por el Espíritu Santo para gobernar la Iglesia de Dios", como dice San Lucas (Act. Apost.)
Los Hijos de la Divina Providencia quieren ser una cosa enteramente del Papa, de los Obispos y de la Iglesia: estropajos, servidores e hijos obedientísimos de la Iglesia, de los Obispos y del Papa, en humildad, con fidelidad, con amor sin límites, "usque ad mortem et ultra".
|p3 El primer Capítulo de nuestras Constituciones determina, de una manera inconvertible, la finalidad y el espíritu de la Congregación: ¡Deo gratias! ¡Amadla oh mis queridos hijos, a vuestra Congregación, amadla mucho! Perseverando en este amor y apego, creceremos en virtud y perfección, y nos santificaremos, sirviendo a Dios en el Papa, en la Iglesia, en la niñez más necesitada y en los pobres. La Iglesia, los niños, los pobres, fueron y siguen siendo los grandes amores del Corazón de Jesús. ¡Amad a vuestra Congregación en su santa finalidad, en el Apostolado de la caridad que quiere desenvolver para salvar a los pequeños y a los pobres! Amadla porque es enteramente espíritu de amor, de obediencia, de fidelidad al Papa y a los Obispos! ¡Amadla en su fe y abandono en la Divina Providencia; amadla en su pobreza, amadla en su caridad entrañable a las almas y a los más abandonados: amadla porque es vuestra Madre! Dadle grandes consolaciones, honradla con vuestra vida de buenos y santos Religiosos, ¡de verdaderos y santos hijos suyos!
|p4 Formáos bien en el espíritu de piedad, y orad, orad mucho, especialmente a la Virgen Santísima.
Cultivemos la virtud de la humildad, de la pureza, de la caridad, tanto y tanto agradables al Hijo de Dios, y caminemos siempre en la presencia del Señor, como nos recomendó el Papa Pío X, de santa memoria, en aquel discurso que nos hizo, pocos meses antes de fallecer.
Continuaré rogando por vosotros; rogad por mi siempre ¡y dadme consuelos! La Santísima Virgen, Nuestra Madre, nos conforte en nuestros santos propósitos, nos tome de la mano y nos conduzca hasta la perseverancia final, y al Santo Paraíso. Os bendigo a todos y a cada uno y soy vuestro afectísimo en Jesucristo.
Sac. J. LUIS ORIONE O. D. P.