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DE LA FE VIVA

A bordo del vaporcito "General Artigas"

24 de junio de 1937, en viaje al Chaco e Itatí.

 

¡ALMAS Y ALMAS!

|p1 Queridos hermanos e hijos míos en Jesucristo, que os encontráis en Montebello, para los Santos Ejercicios Espirituales:

¡Gracia y paz del Espíritu Santo con vosotros!

Como veis, tengo el gozo de poder escribiros mientras viajo por el Paraná, para saludar, quizá por última vez en esta vida, a nuestros queridos Hermanos, Sacerdotes y Clérigos, que trabajan en difundir y salvaguardar nuestra santa Fe: son los más alejados de Buenos Aires, en el centro del Chaco Argentino y en Itatí, en los confines de la Argentina frente al Paraguay. Todos vosotros os podéis imaginar con qué sentimientos y con qué corazón voy: hay en mi ánimo un amor grande y juntamente un gran dolor, no puedo ocultarlo; pero todo es por el Señor, por las almas, por nuestra Fe y sabré superarme a mi mismo, con la ayuda de Dios.

¡Estoy tan contento al poderos escribir, mis amados hijos en Cristo! El tiempo, desde el momento en que subí a la nave, ha sido siempre como de tormenta y lluvioso; anteayer, ayer y las dos noches pasadas. Hoy el cielo se ha aclarado, hay sol y se comienza a sentir el calor con fuerza y se transpira. Aquí en la Argentina, desde el 21 de junio estamos en invierno, y en Buenos Aires hacía verdaderamente frío.

|p2 Este río, que es uno de los de más largo curso que se conozca, es anchísimo y tranquilo; se puede descansar y trabajar. He descansado. Cuando salí, estaba tan cansado y deshecho, que casi no podía caminar. Ahora me siento con brío renovado, también en la voluntad. ¡Deo gratias!

En el puerto de Rosario he hallado a los nuestros. Los de Buenos Aires los habían avisado sin que yo lo supiese. Están bien. Me detendré con ellos a la vuelta. Os saludan fraternalmente. Sobre este vaporcito se puede trabajar también. He podido celebrar los dos días y espero hacerlo también mañana.     

Hoy he rezado ya el Breviario, y quisiera pasar un poquito de tiempo con vosotros por eso me he traído papel de avión en la esperanza de poder despachar la presente mañana por el Correo de Resistencia, y alcanzará luego el avión en Buenos Aires.

Mucho he deseado y esperaba hacer los Ejercicios Espirituales con vosotros - pues siento de ellos gran necesidad - pero no siendo posible, me parece poco sentirme con vosotros sólo espiritualmente. Por eso quiero llegarme a vosotros también por escrito. En cuanto a mis Ejercicios, procuraré remediarlo.

|p3 ¿Y de qué escribiré hoy, mis queridos?

Escuchad. Hoy he vuelto a leer la carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos, carta que bien puede llamarse la carta de la Fe, porque en ella hace el Apóstol un admirable elogio de la Fe. ¿Y por qué hoy he querido releer la carta de San Pablo que trata de la Fe? Porque si ayer fué el aniversario de mi nacimiento, hoy, Fiesta de San Juan Bautista es el día bendito de mi Bautismo, motivo por el cual se me ha dado también el nombre de Juan. Con el Santo Bautismo recibí la verdadera regeneración, obrada en mi por Cristo, por su divina misericordia, y he recibido el don inestimable de la Fe.

Ya han pasado 65 años y bendigo al Señor!

He pensado pues, que fuese mi deber (era también una necesidad) , no sólo recordar el gran don que Dios me ha hecho, infundiendo en mí la Fe, sino que también el entretenerme con vosotros, aunque sea brevemente y en forma incompleta, acerca de la fe, y dar gracias a Dios al mismo tiempo, habría de servir a vuestro espíritu; puesto que la Fe no es sólo una virtud divina fundamental y teológica, sino que para nosotros los Religiosos y, además Hijos de la Divina Providencia es la base de todo el edificio religioso.

Hijo de la Divina Providencia, pues, quiere decir hijo de la Fe, y jamás seremos Hijos de la Divina Providencia, sin una vida toda de Fe y de confianza en Dios.

|p4 La lectura de dicha Epístola, me conmueve siempre profundamente.

Seguidme, mis queridos hijos.

Después de haber terminado el capítulo X, diciendo que "al justo alcanzará la vida de la Fe", entra con profundidad de pensamiento a definir la Fe, y en todo el capítulo XI canta la Fe de los mayores y la vida de Fe de los antiguos Padres. Y de inmediato comienza:

"Fe es substancia de cosas esperadas, argumento de las no vistas".

De Pablo ha tomado Dante, y ha sacado a la letra él, el divino cantor de la Fe: "Fede é sostanza de cose sperate et argomento delle non fallenti".

Nuestra Fe, poderosa contra todo enemigo, convertida en el mayor y divino consuelo de la vida humana, es la más alta inspiradora de toda valentía, de todo santo heroísmo, de todo arte bello que no perece, de toda verdadera grandeza moral, religiosa y civil. Por lo que Dante la llama "cara gioia", (amada alegría), y base granítica "sopra la quale ogni virtu si fonda" (en la cual se funda toda virtud).

Es nuestra Fe la que ha cantado con Dante, con Tasso, con Manzoni; pintó con el Giotto, con Rafael y el Beato Angélico; esculpió con Miguel Angel y navegó con Colón, y nos hace ciudadanos no despreciables.

|p5 Pero dejemos estas humanas divagaciones y tornemos a la palabra inspirada de San Pablo: "Es por la Fe que reconocemos haber sido creados los siglos por la palabra de Dios. De modo que el fiat creador del universo, sólo por la fe se nos hace manifiesto: Por la fe, por la virtud de la Fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio más excelente que el de Caín, por lo cual Dios rindió testimonio a sus dones y, muerto todavía habla. Por la Fe Henoc no vió la muerte y fué agradable a Dios. Y aquí el Apóstol añade: "Pues sin la Fe es imposible agradar a Dios". Por la Fe, Noé preparó el Arca. Por la Fe, Abraham obedeció trasladándose a un país que se le prometía en herencia, y se puso en camino sin saber adónde iba; por la Fe, vivió peregrino bajo carpas, como también Isaac y Jacob, coherederos de la divina promesa, "aspettando la cittá dei saldi fondamenti". Y Dios se llamó Dios de ellos, por la Fe de ellos.

Y prosigue el Apóstol: "Por la Fe Abraham, probado por Dios, ofreció a Isaac, a pesar de que se le había dicho: "Por Isaac tendrás una grande descendencia", no dudando de que aunque muerto Dios podía resucitarlo".

Por la Fe, también Isaac bendijo a Jacob y a Esaú sobre cosas que habían de suceder.

"Por la Fe, Jacob bendijo a cada uno de los hijos de José", y en su Espíritu de Fe, "adoró y se inclinó profundamente delante de la vara de gobierno que llevaba José". "Por la Fe, José al morir, hizo mención - proféticamente - de la salida de los hijos de Israel". "Por la Fe, Moisés renunció a la cualidad de hijo adoptivo de la hija del Faraón, escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de las delicias del pecado... porque tuvo confianza en el Invisible como si le viera ya". Por la Fe celebró "la Pascua y la aspersión de la sangre". "Por la Fe" Moisés y el pueblo elegido atravesaron el Mar Rojo, como por tierra seca. "Por la Fe cayeron los muros de Jericó".   

|p6 Luego de esta enumeración, agrega San Pablo: "¿Y que más diré todavía? El tiempo me faltaría si me pusiera a discurrir de Gedeón, de Barach, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los Profetas".

¡Ah, con cuánto ardor de Fe el Gran Apóstol de las Gentes recuerda y exalta a los campeones de la Fe!

Los cuales con la Fe - continúa - conquistaron reinos, ejercitaron la justicia, alcanzaron las promesas, taparon las bocas de los leones, extinguieron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sanaron enfermedades, se hicieron valientes en la guerra, desbarataron ejércitos extranjeros".

"Más otros fueron estirados en el potro, no queriendo redimir la vida presente, por asegurar otra mejor en la resurrección. Otros así mismo sufrieron escarnios y azotes, además de cadenas y cárceles". "Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba de todos modos, muertos a filo de espada, anduvieron girando de acá para allá, cubiertos de pieles de oveja, y de cabra, desamparados, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; yendo perdidos por las soledades, por los montes, y recogiéndose en cuevas, y en las cavernas de la tierra". (He. XI).

|p7 Hasta aquí S. Pablo. He aquí oh Hijos de la Divina Providencia, la Fe de los Padres, la Fe de los Mártires; he ahí nuestros ejemplos y nuestros modelos! Desnudemos nuestros pies y con gran humildad, con viva Fe y amor santo y sin límites acerquémonos a ellos: son nuestros Mayores, son nuestros Hermanos en la Fe y en la caridad. ¡Imitémosles, oh mis amados hijos, imitémosles! Metámonos con ellos, confiando en el Señor.

¿Si no vivimos dela Fe y de la Caridad, de qué viviremos nosotros, hijos míos? ¿Cómo osaremos llamarnos todavía Hijos de la Divina Providencia, si no viviésemos de la Fe; de aquella Fe grande de la cual vive el hombre justo, y que, dado el caso transporta las montañas?

"¿Ub est fides vestra?" ¡Ah, que Jesús nunca pueda dirigirnos el reproche que hizo a sus Discípulos, amedrentados por la tempestad!

Nuestra Fe reposa en El y en su infinta bondad y misericordia: El es el Dios y Padre Nuestro, es el Señor que siempre nos conforta en todas nuestras tribulaciones; es el Padre, magnífico y bueno, que si abate levanta, si aflige, consuela y "no turba jamás la paz de sus hijos sino para proporcionarles otra más grande y segura".

|p8 Advertid sin embargo, que indudablemente es mejor para cada uno de nosotros y para nuestra querida Congregación, ser ejercitados en los sufrimientos y en la adversidad, antes que todo nos saliese favorablemente. Por esto es, que antes de partir para América, cuando ya enfurecía la tormenta, he ordenado aquella "Salve Regina", pidiendo aumento de pruebas y tribulaciones. Y hoy que me hallo a punto de volver entre vosotros, os ruego que la continuéis rezando calladamente, invocando la asistencia de la Virgen Santísima.

Como el oro se prueba en el crisol y el amor con las obras, de igual modo la Fe se muestra con obras de misericordia, se evidencia en los combates e inmolaciones interiores, personales; se prueba en las luchas y combates exteriores, y hasta con el vilipendio y la persecución. Pues, para la Fe, las persecuciones y vilipendios, antes bien que dar motivo a separarnos de Cristo, servirán al contrario para acrecentar la vida cristiana; la vida de verdadera abnegación, de perfección religiosa, de sólida virtud, de amor veraz hacia Dios y a los hombres, de unión con Jesús y su Iglesia.

¡Oh mis queridos, no cesemos de dar gracias y bendecir al Señor por el don de la Fe, y supliquémosle que la aumente en nosotros cada día más!

Especialmente en estos tiempos, usemos toda clase de cautelas - y aquí hablo particularmente a los sacerdotes jóvenes y a los clérigos - para conservar la Fe, y conservarla pura e incontaminada: la pureza de la Fe es cosa tan preciosa, que se ha de anteponer a todas las demás.

La Fe en Dios y en Su Iglesia es la que nos mantiene el ánimo tranquilo y sereno, la que nos hace siempre contentos, en cualquier lugar y circunstancias en que la obediencia nos coloca. La Fe es la que nos arrebata de aquí abajo, nos lleva, diría allá donde el mismo Dios ve las cosas, y en tales alturas, nos sublima, que las cosas bajas, volubles y vanas y los llamados bienes de esta mísera tierra, se diría que se transforman enteramente: entonces es cuando se comprende bien aquello de "vanitas vanitatum et omnia vanitas, praeter amare, Deum et illi soli servire".

¡Ah, cómo se comprenden bien, entonces las expresiones de Ntro. Señor a los discípulos, cuando les decía: "No os envío a los goces temporales, sino a los combates, no a los honores, sino al vilipendio; no al ocio, sino a las fatigas, a los sacrificios; no al reposo, sino a agenciar mucho fruto de paciencia".

|p9 Todo es posible para el que cree; que permanece firme y humilde ante el Señor, de rodillas a los pies de la Iglesia y de Aquel que la representa.

¡Ah, sean bienvenidas pues, muchas y grandes las pruebas de la Fe, y Dios nos asista a todos para fortalecer en nosotros viril y santamente la Fe! Socorridos por la mano del Señor, animados por las bendiciones de la Sede Apostólica, de los Obispos y de nuestro amado Visitador Apostólico, no se turbarán no, nuestros corazones.

Las pruebas, los sufrimientos, recibidos de manos del Señor, no servirán sino para aumentar en mayor grado nuestra Fe, oh hijos míos: ella arderá en nosotros con nuevo vigor, resplandecerá con nueva luz, y será vida y calor espiritual para nosotros; será vida y luz de Cristo para las turbas de pobres niños de toda raza y color, y para las multitudes inmensas de obreros y de pueblos extraviados del camino de Cristo.

¡Animo, oh Hijos míos, que el porvenir es de Cristo y de quien vive la Fe activa en la verdad y en la caridad, hasta morir, hasta el holocausto por la salvación de los hermanos!

|p10 Animo y adelante con el espíritu de Fe y de fidelidad, de sólida y ardiente piedad. Dilatemos el corazón con la más grande confianza, con el más dulce amor a Dios y al prójimo. ¡La vida surge de la Fe!

No en palabras consiste el Reino de Dios, sino en pujanza de Fe y de Caridad en Cristo. Arrojemos en estos Santos Ejercicios, el viejo hombre, purifiquemos nuestra vida, vistamos la coraza de la Fe y seremos bendecidos aún más que los hijos de Abrahám.

Cuando fuimos bautizados en Cristo, nos hemos revestido de Cristo: ahora todos somos hijos de Dios, en Cristo por la Fe. Y los bienes mismos que nosotros esperamos, o sea, la Vida Eterna, los esperamos de la Fe, por la gracia del Espíritu Santo. Seamos pues, fuertes en la Fe y ejercitémosla en las obras de caridad. "Estote fortes in Fide". "Non turbetur cor vestrum", ha dicho Jesús. "Credite in Deum et in Me credite... non turbetur cor vestrum neque formidet".

Palabras de seguridad y de ternura igualmente divinas: ¡Estote fortes in Fide!

Perseverantes en la oración, firmes en la Fe, pequeños y humildes a los pies de la Santa Iglesia, Madre de nuestra Fe y de nuestras almas, esperemos tranquilos y serenos la hora de Dios.

El Señor que con su mano ha enjugado tantas lágrimas nuestras, convertirá en gozo toda nuestra tristeza: ¡Tengamos fe!

|p11 Pero no pidamos a Jesús que nos libre de las tribulaciones y de las cruces, pues sería nuestra mayor desgracia: supliquémosle que se cumpla siempre y solamente su Divina Voluntad, tal y como se nos manifestare por la Santa Iglesia. ¡Y esto, hoy, mañana y siempre, y siempre en perfecta alegría, in Domino!

Y si hay una oración que podemos elevarle, pidámosle su santo amor y nuestra santificación en la caridad. Supliquémosle, si así es de su agrado, que nos llame a participar de sus dolores y nos arroje en el piélago amarguísimo de su Corazón traspasado y vivo de Misericordia y de Caridad para con nosotros. Y que nos conceda el poder sufrir algo para aliviar los dolores del "Dulce Cristo en la tierra", nuestro Santo Padre, el Papa.

Y luego, hijos míos, amemos a Jesús por ser Jesús. Amémosle y sirvámosle per misterium Crucis. Ya en otra ocasión os lo he dicho: A Jesús se le ama y se le sirve en la Cruz y crucificados con El, no de otro modo.

Y cuando, por gracia del Señor, mediante la intercesión de nuestra Madre Celestial Fundadora María Santísima, habremos conseguido separarnos de todos y de nosotros mismos, para vivir y morir en holocausto a Cristo, Señor Nuestro, al Papa, a la Iglesia y a las almas retendremos que no hemos hecho nada; porque en verdad, oh hijos míos, nosotros no somos sino pobres pecadores; yo además, el mayor y más miserable de todos; nosotros no somos otra cosa sino siervos inútiles.

|p12 Y ahora termino, y quiero poner fin cantando a la Fe:

"Bella, inmortal, benéfica

Fe, a los triunfos acostumbrada

escribe todavía esto:"

Aquel Dios Omnipotente, que, por la Fe ha sacado de las piedras hijos de Abrahám; aquel Dios grande y bondadoso, que para difundir la Fe, suele con frecuencia valerse de las cosas débiles, para confundir a las fuertes, y de lo que no es, para confundir lo que es, para que todos reconozcan que las cosas más admirables no son obra del hombre, sino de Dios; El, Señor y Padre nuestro; me ha traído a esta tierra lejana, sobre este río inmenso para que en humildad dé testimonio de la Fe.

Sostenido por la gracia del Señor he evangelizado a los pequeños, a los humildes, al pueblo, al pobre pueblo que envenenado con perversas teorías, ha sido apartado de Dios y de la Iglesia; en el nombre de la Divina Providencia he abierto los brazos y el corazón a sanos y enfermos, de toda edad, de toda religión; de toda nacionalidad: a todos hubiera querido darles, con el pan para el cuerpo, el divino bálsamo de la Fe, pero especialmente a nuestros hermanos más doloridos y abandonados. Confieso que he debido hacer mucho, muchísimo más, y pido por ello perdón al Señor.

Muchas veces he sentido a Jesucristo a mi lado, tantas veces he vislumbrado a Jesús en los más repudiados y más infelices!

|p13 Esta "Pequeña Obra" es tan querida para el Señor que se diría ser la Obra de Su Corazón: ella vive en el nombre, en el espíritu y en la Fe grande de la Divina Providencia. No a los ricos, sino a los pobres y a los más pobres y al pueblo, me ha enviado el Señor.

Para estos nos llama el Señor, hijos míos: nos llama a nosotros los de la Divina Providencia. ¿Por ventura, seremos hombres de poca Fe?

¡Fe grande, Fe benéfica, Fe inmortal! Fe, que vives y creces a los pies de la Iglesia de Jesucristo, que floreces en caridad mediante la Bendición del Papa y de los Obispos!, escribe todavía esto:

"que las humildes tiendas del Pequeño Cottolengo Argentino", ningún hombre las ha levantado, sino la mano de Dios. Que si Dios me ha elegido a mí, es porque no ha hallado sobre la tierra a criatura más vil que yo, para que brillase la Fe en su Divina Providencia y a Dios sólo se diese todo honor y alabanza! Amén.

(Es casi la una de la mañana: ¡Deo gratias! No me queda más tinta).

Rogad por mí. Saludaré a todos estos queridos nuestros de vuestra parte. Os saludo y bendigo mucho en Jesucristo y la Virgen Santísima.

Afectísimo vuestro

 

DON ORIONE de la D. P.