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VISITA AL CHACO Y A ITATI
HIMNO A LA VIRGEN MARIA
G. P. A. M.
Itatí, 27 de junio de 1937.
¡Viva María Santísima!
|p1 A los amadísimos hermanos e hijos en Jesucristo, reunidos en los Santos Ejercicios:
¡La gracia del Señor y su paz sean siempre con nosotros!
Héme aquí en Itatí, bajo la mirada de María Santísima, venerada en este último rincón de la Argentina, en una de sus Imágenes más milagrosas. La trajo aquí un santo Franciscano, el P. Bolaños, que vino para la evangelización de los Indios. El mismo nombre del Santo Misionero todavía goza de gran veneración, especialmente en Buenos Aires, y yo me he arrodillado ante su tumba en la Iglesia de San Francisco.
Esta mañana he tenido el consuelo de rezar la Santa Misa a los pies de Ntra. Señora de Itatí: os he recordado a todos y os he recordado mucho también en las sucesivas visitas que he podido hacer durante el día a la Santísima Virgen, rogando especialmente por vosotros, mis queridos sacerdotes.
|p2 He llegado aquí procedente del Chaco. Ayer hacia las 11, dejé Sáenz Peña y a nuestro querido Don Contardi, y al despedirme, quizá por última vez, he sentido en el corazón lo que la lengua no puede expresar. ¡Pero todo es por el Señor! Llegué a Resistencia hacia las 17 horas. En la Estación estaba esperándome el Obispo, Mons. Nicolás De Carlo, hijo de italianos; con él se encontraba el Sacerdote Profesor Don Corti, natural de Voghera, que vino al país a los dos años de edad, y es Párroco de Resistencia, la ciudad capital del Chaco. Don Contardi es Párroco de Sáenz Peña, 230 kilómetros más hacia el interior. Sáenz Peña es la segunda ciudad del Chaco. Se me condujo a la casa del Obispo (no me atrevo a llamarla Palacio Episcopal). Su Excia. me colmó de atenciones, como ya lo había hecho cuando de paso para Sáenz Peña, fuí a saludarle. Es un Obispo Misionero, celosísimo, todo ardor. Quiso luego acompañarme en una rapidísima vuelta, para que viese cuán grande es la ciudad, que en menos de 50 años desde el día en que se instaló el primer rancho, cuenta con unos 50.000 habitantes, sólo en el centro. Y no tiene sino una sola iglesia, ni grande ni bella, y sólo tres sacerdotes, contando al Obispo. Tres apóstoles, y el Obispo especialmente es de un dinamismo a lo San Pablo.
|p3 Su Excelencia insistía y volvía a insistir para que le enviase por lo menos otro sacerdote para ayudar al querido Don Contardi, quien verdaderamente lo necesita. Está sólo con dos catequistas en una población de 30.000 habitantes y además grandes núcleos de población en lugares muy lejanos y en el abandono; colonias de Indios, una a más de 100 kilómetros llamada Pampa del diablo.
El Sr. Obispo no terminaba nunca de alabar el trabajo apostólico de nuestro Don Contardi y el despertar cristiano de Sáenz Peña. Desde febrero hasta ahora, Don Contardi ha refaccionado y agrandado la capilla, ha construído un altar, bancos nuevos y tres nuevas habitaciones. Vive con mucha pobreza: habiendo llegado en febrero, ha podido "inaugurar las sábanas" sólo el 13 de junio, fiesta de San Antonio. Son muy pobres allá, y sin embargo, están muy contentos y viven en perfecta alegría. Cuando hay buen espíritu, y Dios está con nosotros, se vive más feliz que si se poseyesen todas las riquezas del mundo.
|p4 He llegado a Corrientes ayer por la noche. El Obispo, Su Excia. Mons. Vicentín, argentino pero hijo de Friulanos (Italia), había enviado a buscarme a Resistencia, y me acogió con gran cordialidad; se dignó hasta ofrecer en mi honor una cena con invitados. Conmigo estaba nuestro Padre Juan Lorenzetti, que en estos días me hizo de secretario. El y yo fuimos huéspedes del Obispo, el cual esta mañana a las 5 ya se había levantado para saludarme, antes de mi partida para Itatí. Es un Obispo de poco más de cuarenta años de edad, fuerte y muy equilibrado, culto y celoso. Fué Párroco y luego Vicario General en la Arquidiócesis de Santa Fe. Todos los Obispos nos quieren mucho; el manto de sus bondades cubre nuestras deficiencias.
He llegado a Itatí después de tres largas horas de auto. Ha sido una carrera velocísima toda a saltos y tumbos, por caminos con fosos y montículos, hasta el punto de que, para no verme deshecho con mi dolor de riñones, he tenido que viajar durante todo el tiempo, con las piernas tendidas y rígidas, y las manos sobre el asiento, a fin de aliviarme en una maniobra continua de altos y bajos; me parecía andar en las "montañas rusas". Finalmente apareció el Santuario de Itatí y fué para mi un gran alivio! El cansancio y el mal de riñones se fueron, todo desapareció. Cuando entré en la Iglesia estaba llena de devotos; me he arrodillado en el fondo, en el rincón de publicano, y sentí toda la felicidad de hallarme en la Casa de la Virgen.
28 de junio:
|p5 A los pies de la Santísima Virgen de Itatí he podido celebrar dos Misas y he pasado horas dichosas, y raramente he sentido tanto gozo como aquí, entre estos nuestros Hermanos. He rogado por vosotros y por todos. Pero, encontrarme en un Santuario de María, y no deciros alguna palabra sobre la Virgen, sería falta demasiado grave, ¿no es verdad? Para el mío como para vuestro corazón, siento que es también una grande y dulce necesidad.
¡María! ¡María Santísima! ¿No eres tú "el segundo nombre"? ¿Y existe algún Nombre más dulce y más invocado, después del Nombre del Señor? ¿Hay criatura humana, hay mujer, hay madre más grande, más santa, más piadosa? "María - dice el Evangelio - "de qua natus, est Jesus". De María ha nacido Jesús. ¡Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, por lo cual María es la ¡Mater Dei!
Nuestras madres pasan, fallecen: María, Madre de nuestras madres es la gran Madre que no muere. Veinte siglos han trancurrido, y está más llena de vida que cuando cantó el Magníficat y profetizó que todas las generaciones la llamarían dichosa. María vive y permanece, porque Dios quiere que todas las generaciones la sientan y tengan por Madre. María es la gran Madre que resplandece de gloria y de amor en el horizonte del cristianismo; Ella es guía y consuelo para cada uno de nosotros; es Madre poderosísima y misericordiosísima, para todos los que la llaman y la invocan.
Es la misericordia, es la Santísima Madre que siempre escucha los gemidos del que sufre y acude presurosa para escuchar nuestras súplicas.
|p6 La Iglesia desde los tiempos apostólicos y luego repetidas veces y solemnemente en los Concilios Ecuménicos, especialmente en el de Efeso, en el segundo de Nicea y en el Tridentino, ha sentido la necesidad y el deber de dejar establecido su culto; lo ha proclamado por medio de sus Padres, de los Apologetas, de los grandes Doctores y lo ha defendido con la sangre de sus Mártires.
¡Ah, los trabajos y las inauditas persecuciones y sufrimientos, los destierros y atrocísimos tormentos soportados por Pontífices y Obispos venerados y por otros muchos Santos, por el culto y la devoción a la Madre de Dios y nuestra, María Santísima!
La Iglesia Madre, de Roma, remonta el origen y las raíces de su culto a María Santísima hasta las Catacumbas. ¡Oh, cómo fué venerada en la Iglesia, María, con fervor constante y universal, y de qué modo tan sublime fué siempre celebrada!
¿Qué Santo o qué Orden Religiosa no se ha consagrado a Ella?
|p7 ¿Podría Dios elevar a dignidad más alta a una criatura? ¿Quién mayor que María? Ni los Apóstoles, ni los Mártires, ni las Vírgenes, ni los Confesores, ni los Patriarcas, ni los Profetas, ni los Angeles, ni los Arcángeles: ninguna criatura ni en el Cielo, ni en la tierra, puede igualarse a Ella, Madre de Dios. Y la Iglesia la honró y quiere que por nosotros sea honrada, amada y venerada en cuanto nos es dado y cuánto lo requiere su dignidad de Madre de Dios. Y nos enseña que el honor y la gloria que tributamos a María, recae en Dios mismo. Dios es quien la hizo grande: "Fecit mihi magna qui potens est"; y la engrandeció porque la vió humildísima; "quia respexit humiltatem ancillae suae"; y la hizo tan grande, llena de gracia, bendita entre todas las mujeres, toda pura inmaculada, porque la eligió por Madre y como tal, quiso que fuese sumamente honrada, sobre toda criatura. Y el honor tributado a Ella, recae en su Hijo, en el Hombre - Dios en Jesucristo, Señor Nuestro.
Esta es la doctrina de la Iglesia acerca de María; esta es la Fe inmortal que Dante exaltó en el genial Canto del Paraíso:
"Vergine Madre, Figlia del tuo Figlio,
"Umile ed alta piú che creatura,
"Términe fisso d'eterno consiglio".
Esta es nuestra fe en María, nuestro culto y nuestro dulcísimo amor a la Virgen SSma. a la Mater Dei.
Y a Jesús, nosotros vamos por María. Los pastores buscaron a Jesús, y lo hallaron en brazos de María. Los Reyes Magos vinieron a Belén de lejanas regiones para acercarse al Mesías y lo adoraron en los brazos de María.
|p8 Y nosotros, mis queridos Hijos, nosotros pobres pecadores, ¿dónde hallaremos ahora y siempre a Jesús? ¡Lo hallaremos y lo adoraremos en los brazos y sobre el Corazón de María!
A Tí, oh Señor mío Jesús, Dios y Hombre, Salvador del mundo, Nuestro Redentor Crucificado, toda nuestra adoración y nuestra pobre vida; a Tí, oh María, Inmaculada Virgen, Madre de Dios y nuestra, que has recibido, en adoración profunda y amor inefable, el primer vagido de Jesús y luego su último suspiro allá a los pies de la Cruz, donde por el mismo Cristo solemnemente nos fuiste dada por Madre; a Tí, oh María, ofrecemos toda nuestra más feviente veneración y el amor más tierno de hijos amantísimos.
¡Ah! ¿Cómo podríamos adorar a Jesús y no tener una mirada, un sentimiento de amor hacia su Madre?
A Tí, pues, oh Jesús, adoración y los latidos del corazón, trocado en altar y holocausto: a Tí, oh María el culto más alto de veneración y de amor; un culto enteramente especial, cual conviene a la Madre de Dios.
|p9 Adoramos a Jesús, porque es Dios: a María, nosotros no la adoramos, no, porque no es Dios; pero la honramos y la veneramos con un honor y veneración especialísima, por ser la Madre de Dios. Nosotros sabemos distinguir bien entre Dios y la Criatura, por muy excelsa que fuere: entre Jesús y su madre. Pero como también sabemos que no se ama nunca demasiado a una buena madre, así sentimos que jamás amaremos bastante a nuestra Madre celestial María Santísima.
Gran consuelo es para nosotros que Nuestro Señor nos haya dejado por hijos a Tí, oh María, que eres su Madre divina, y para nosotros eres Madre omnipotente y misericordiosa.
Desde luego, quien pensase que María es omnipotente por si misma, se equivocaría; pero quien piensa, quien cree y proclama que María es omnipotente por gracia, piensa, cree y proclama la verdad; profesa la doctrina purísima de la Iglesia Católica, pues que María todo lo puede en el Corazón de Jesús, su Hijo. Por lo que ha cantado Dante:
"...Ti prego, o Madre, che puoi ció che vuoi".
"Y en otro pasaje:
"Donna, se' tanto grande e tanto vali
"che, qual vuol grazia e a Te non ricorre,
"sua desianza vuol volar senz' ali".
(Mujer, eres tan grande y tanto vales, que quien quiere gracias y a ti no acude, se asemejaría a quien quisiera volar sin alas).
|p10 Es cierto, el Apóstol Pablo ha escrito que uno es el Mediador y este es Jesucristo. Jesús es el sumo Mediador y tal es por naturaleza.
Pero si Cristo, Dios y Hombre, es el Mediador supremo y omnipotente por naturaleza, María, Madre de Dios, es Mediadora por gracia, como por gracia es omnipotente: sus ruegos son eficacísimos y su mediación infalible. Todo lo obtiene de Dios, por lo que muy justamente se ha escrito: "Quod Deus imperio, tu prece, Virgo, potes": Lo que Dios puede por ser Dios, tú, oh Virgen celestial, lo puedes con tus ruegos, que todo lo pueden ante el Corazón de Dios, Cristo es el Mediador primero, María es mediadora secundaria.
Su trono es el más alto, después del trono de Dios; su poder es el mayor, después del poder de Dios. Grande es el poder de la Madre del Rey, pues todo lo puede en el corazón del Hijo.
Nosotros invocamos a Dios para que use de su poder; nosotros rogamos a María para que haga uso de su poderosa intercesión y sea nuestra abogada ante Dios, nuestra Mediadora, nuestra Arca de savación.
Invocamos a Dios para que ordene, invocamos a María para que suplique en favor nuestro.
Si San Pablo prometió a sus discípulos rogar por ellos después de su muerte, ¿cómo no ha de rogar María por nosotros?
|p11 ¡Hijos míos, abracémonos a María y seremos salvos! Invoquemos incesantemente su maternal patrocinio y tengamos viva fe; todo lo podemos y debemos esperar de María.
Ella sola bastará para hacernos triunfar de toda tentación, de todos los enemigos; para hacernos superar todas las dificultades y vencer las más duras batallas por el bien de nuestras almas y por la santa causa y el triunfo de la Iglesia de Jesucristo.
¡Dichosos aquellos que se abandonan en las manos de María! Dichosos aquellos que ofrecen al Señor sus oraciones, sus sacrificios, sus sudores y lágrimas, y las cruces, poniéndolo todo en las manos de María! ¿Por ventura, no serán así nuestras oraciones más agradables a Dios y más eficaces? ¿No serán nuestras buenas obras y nuestras tribulaciones, de mayor valor por los altísimos méritos de María?
¡Gran confianza pues, en María, hijos míos; gran confianza y tiernísima devoción a María!
¡Ah, cuán grande es la utilidad, por no decir la necesidad, de la devoción a María! ¿Puede concebirse un Religioso - quiero decir un buen Religioso - que no tenga amor y devoción a nuestra dulcísima Madre?
|p12 ¿Serán acaso los Hijos de la Divina Providencia los más lánguidos y los últimos en amar y glorificar a María? ¿Por ventura, no es Ella nuestra Madre y celestial Fundadora?
La "Pequeña Obra" es suya, es la obra de su maternal bondad, y está consagrada a Ella de un modo muy particular. Nuestro Instituto es un hijito suyo. Como ya os he dicho en otras ocasiones, nuestra Congregación está bajo las alas de la Divina Providencia como un polluelo, y vive y camina bajo el manto de María.
Si algo bueno hay en él, todo es de María; todo lo que tenga, por desdicha, de defectuoso, de estropeado y no bueno es cosa, es vileza y torpeza mías; y quizá también de alguno de vosotros, oh mis queridos hijos en Jesucristo.
Humildad, mortificación, pureza, caridad, oración y confianza en María; a Ella nada puede negar Jesús: de Ella y con Ella, todo lo podemos.
¡Ave María y adelante! "Su benignidad - dice el sublime cantor de la fe, Dante - no sólo socorre a quien ruega, sino muchas veces, liberalmente se adelanta al ruego".
¡Hijos de la Divina Providencia, ¡Ave María y adelante, adelante!
Que nos abra el corazón a confianza el "Memorare, piísima Virgo", de San Bernardo. ¡Pensemos en cuántas gracias hemos recibido de las manos de María!
|p13 Recordemos cuanto dijo San Pedro Damián: que María no tiene, después de Dios, quien la supere e iguale en amarnos. Que nos animen y enfervoricen en la devoción a María, las palabras de San Alfonso, el cual en sus "Consideraciones acerca del estado religioso", afirma - téngase en cuenta que San Alfonso es Doctor de la Iglesia y su doctrina se puede seguir "inoffenso pede", como declaró un gran Papa - afirma pues, San Alfonso, que la Bienaventurada Virgen ama a los Religiosos sobre los demás hombres; porque han consagrado su libertad, su vida y todo su ser al amor de Jesucristo, de la Iglesia y de las almas.
"¡Ah, dice textualmente el Santo Doctor, ¿podemos dudar de que María no empeñe toda su potencia y su misericordia en beneficio de los Religiosos, y singularmente de nosotros, que nos hallamos en esta Congregación, donde se hace especial profesión de amor a María con el ayuno, con las mortificaciones particulares en sus novenas, etc. y tratando de promover por doquiera su devoción?".
|p14 No, los Hijos de la Divina Providencia nunca serán ni lánguidos ni los últimos en la devoción a la Virgen SSma.: queremos ser primeros o en primera fila, a nadie segundos en el amarte, ¡oh Virgen bendita y Santísima Madre del Señor, única y sola celestial Fundadora de nuestra querida Congregación, Madre de Dios, Madre y Reina nuestra! ¡Oh toda Santa e Inmaculada Madre!
¡Ave, oh María, llena de gracia, intercede por nosotros!
Acuérdate, Virgen Madre de Dios, mientras estás ante la presencia del Señor, de hablarle e implorarle por esta humilde Congregación tuya, que es la Pequeña Obra de la Divina Providencia, nacida a los pies del Crucifijo, en la gran Semana del Consummatum est.
Tú sabes, oh, Virgen Santa que esta pobre Obra, es Obra tuya; Tú la has querido, y has querido servirte de nosotros miserables, llamándonos misericordiosamente al altísimo privilegio de servir a Cristo en los pobres; nos has querido sirvientes, hermanos y padres de los pobres, viviendo de una fe grande y totalmente confiados en la Divina Providencia. Y nos has dado hambre y sed de almas, con ardentísima caridad: ¡ALMAS! ¡ALMAS! Y esto en los días que más nos recordaban al desangrado y consumado Cordero: en los días sagrados que recuerdan cuando nos has regenerado en Cristo, en el Monte Calvario.
¿Qué hubiéramos podido nosotros sin Ti?
¿Y qué es lo que jamás podremos, si Tú no estás con nosotros?
|p15 Ahora pues, dínos: ¿A quién acudiremos nosotros sino a Tí? ¿No eres Tú la faz meridiana de la caridad? ¿No eres la fuente viva del óleo y del bálsamo, no eres la celestial Fundadora y Madre nuestra?
¿Acaso, no es en Tí, oh Bendita entre todas las mujeres, en quien Dios ha depositado todo el poder, la bondad y la misericordia?
¡Oh, sí!:
"In Te misericordia, in Te pietade,
"in Te magnificenza, in Te s'aduna
"quantunque in creatura é di bondade".
¡Sí, sí; oh Virgen Santa mía! Todo Tú lo tienes y todo lo puedes, lo que quieres".
Ahora pues, desciende y ven a nosotros. Corre, Madre, porque el tiempo es breve. Ven e infúndenos una vena profunda de vida interior y de espiritualidad. Haz que arda nuestro corazón en el amor de Cristo y en tu amor; haz que veamos y sivamos en loshombres a tu Divino Hijo; que en humildad, en silencio y con anhelo incesante, conformemos nuestra vida con la vida de Cristo; que lo sirvamos con santa alegría, y que, con gozo espiritual, vivamos nuestra parte de herencia del Señor en el Misterium Crucis.
Vicir, palpitar, morir a los pies de la Cruz o en la Cruz con Cristo.
A tus pequeños hijos, a los hijos de la Divina Providencia, dales, Beatísima Madre amor, amor; aquel amor que no es tierra, sino que es fuego de caridad y locura de la Cruz.
|p16 Amor y veneración al "dulce Cristo en la tierra", amor y devoción a los Obispos y a la S. Iglesia; amor de patria, tal como Dios lo quiere; amor purísimo a los niños, a los huérfanos y abandonados; amor al prójimo, en particular a los hermanos más pobres y doloridos; amor a los repudiados, a los que son considerados como inútiles, desechos de la sociedad; amor a los trabajadores más humildes, a los enfermos, a los inhábiles, a los míseros, a los más desdichados y olvidados; amor y compasión para con todos: para los más alejados, para los más culpables, para los peores adversarios: para todos! y amor infinito a Cristo!
Danos, María, gran ánimo, un corazón grande y generoso que alcance a todos los dolores y a todas las lágrimas. Haz que seamos verdaderamente como nos quieres: ¡Los padres de los pobres! Que toda nuestra vida sea consagrada a dar a Cristo al pueblo, y el pueblo a la Iglesia de Cristo, que arda y brille de Cristo y que en Cristo se consuma en una luminosa evangelización de los pobres; que nuestra vida y nuestra muerte sean un cántico dulcísimo de caridad, y un holocausto al Señor.
Y luego... ¡Y luego, el Santo Paraíso! Cerca de Tí, María: siempre con Jesús, siempre contigo, sentados a tus pies, oh Madre nuestra, en el Paraíso, en el Paraíso!
Fe y coraje, hijos míos: ¡Ave María y adelante!
Nuestra celestial Fundadora y Madre nos espera, nos quiere en el Paraíso. Y será pronto.
¡Benditos seáis, mis queridos hijos!
Y rogad por vuestro afectísimo en Jesucristo y en la Virgen SSma.
SAC. JUAN LUIS ORIONE
de los Hijos de la Divina Providencia