|C5

EL OBISPO EN LAS CARTAS DE SAN IGNACIO MARTIR

EL OBISPO DE TORTONA Y LA PEQUEÑA OBRA

Buenos Aires, 6 de febrero de 1935

Calle Victoria 2084

XIIIo. Aniversario de la Exaltación al Pontificado de Su Santidad Pío XI

 

¡ALMAS Y ALMAS!

 

|p1 A la Pequeña Obra de la Divina Providencia:

A nuestros alumnos y amigos de Tortona:        

¡La gracia y la paz del Señor sean siempre con nosotros!

Me habéis escrito que Su Excia. Rvdma. Monseñor Egisto Domingo Melchiori, nuevo Obispo de Tortona, hará próximamente su ingreso en la Diócesis, y que vosotros apresuráis con oraciones y votos su llegada y que desde ya os preparáis a recibirlo con grandes fiestas: in exultationes magna.

Os diré pues, que esta bella noticia me ha causado tanto más placer, por la alegría que también noto en vosotros; por vuestros trasportes de amor filial hacia nuestro nuevo Obispo, que viene a nosotros enviado por el Papa, en el nombre del Señor.

 

|p2 Vivid siempre este espíritu ferviente y santo, oh queridos míos. Este es el espíritu cristiano    y es el espíritu que anima a la Pequeña Obra de la Divina Providencia. Yo no me hallo ausente, sino que estoy con vosotros, enteramente con vosotros, en medio de vosotros, a la cabeza de vosotros para acoger, aplaudir y venerar a nuestro nuevo Obispo y Padre: oh Hijos, Alumnos y Tortoneses, queridísimos.   

¡Que Dios nos lo conserve largos y felices años para nuestro bien y el de la Santa Iglesia! ¡Ad multos annos!

 

EL OBISPO

|p3 Jesucristo ha instituido el Episcopado para gobernar regularmente a la Iglesia.

En el Capítulo XX de los HECHOS de los APOSTOLES, escritos por San Lucas, se dice pues: "El Espíritu Santo ha puesto los Obispos para gobernar la Iglesia de Dios".

Los Obispos por lo tanto, son de derecho divino.

Ellos son los Sucesores de los Apóstoles, los Pastores y Maestros de Israel, los Custodios del depósito de la Fe, los Padres de las almas.

La Cabeza de los Obispos es el Papa, Sucesor de San Pedro y Vicario de Jesucristo en la tierra.

El estado del Obispo es el más perfecto de todos, más aún que el estado religioso; a El la plenitud del sacerdocio; a El sobre todo otro, el espíritu de Fe, de Sabiduría y de Fortaleza.

El Obispo en su Diócesis, es el representante de Cristo. El tiene la potestad de apacentar a su rebaño con la doctrina del Señor y con la administración de los Sacramentos, así como la de gobernar.

|p4 El divino mandato que el Obispo ha recibido de Jesucristo, es tan sublime y tan santo, que no hay cautela suficiente a emplearse a fin de que ningún otro negocio terreno impida su ejercicio.

Sobre todos los intereses humanos, opiniones, pasiones y partidos, se eleva el Evangelio, y con el Evangelio se eleva el Obispo que es su intérprete, el Maestro y vindicador.

A todos por igual predica El la fe, la moral, la bondad, el deber, la justicia, la humildad, la mansedumbre, el perdón, el sacrificio y todas las demás virtudes evangélicas, y el cristiano amor a la Patria, que es uno de los sacrosantos amores del corazón humano. ¡Cristo lloró sobre Jerusalém, y aquel llanto era amor de Patria!

El dominio del Obispo es paternal, y es el más potente porque consiste en una dominación espiritual, toda de caridad, de grandeza moral y de civilización.

El derrama el óleo balsámico de la dulzura sobre las llagas de la humanidad, y su corazón, como el corazón de Pablo, es el Corazón de Cristo.   

|p5 El Obispo no conoce enemigos suyos; para El no hay sino hijos, y los más pequeños, los más humildes, los más infelices, le son más queridos. Por todos ruega, para todos tiene palabras de vida eterna, por todos sube al altar y ofrece la Sangre del Cordero inmaculado, que borra los pecados del mundo.

El Obispo es el Buen Pastor, que vigila, apacienta y evangeliza; que sabe sufrir en silencio y sabe dar la vida por sus ovejas. Es humilde como humilde fué Jesús, pero tiene también la fortaleza de Dios; El sabe combatir como león las batallas del Señor, sabe sucumbir por la libertad de la Iglesia, por la salvación de su pueblo.

Sus invocaciones y su sacrificio atraen las bendiciones sobre las multitudes, sobre la Diócesis y sobre la Nación.

¡Que grandeza la del Obispo! Varias naciones, se puede decir que fueron creadas por los Obispos.

Jamás el Episcopado Católico estuvo más unido y ha sido más poderoso que hoy: su fuerza moral es la más formidable.

De la unión del Episcopado con la Santa Sede, y de la vida surgente de vida espiritual, del aliento inefable que la Alta Jerarquía Eclesiástica recibe del Bienaventurado Pedro Apóstol viviente en el Papa, nace el valor esforzado en cada uno de los Pastores; aquella libertad evangélica que en nuestros días es tan necesaria, especialmente donde la Iglesia se ve cruelmente perseguida...

|p6

EL OBISPO EN LAS CARTAS DE SAN IGNACIO MARTIR

San Ignacio, después de San Pedro y Evodio, fué el tercer Obispo de Antioquía, capital de Siria, ciudad donde por primera vez los seguidores de Cristo fueron llamados cristianos.   

Con suficiente certeza se puede asegurar que haya conocido a los Apóstoles Pedro, Pablo y Juan.

Muy probablemente fué elevado a Obispo el año 78. Muchas noticias acerca de su martirio se deducen especialmente de sus "Cartas", que escribió en Esmirna y en Tróade, cuando era conducido a Roma encadenado y custodiado por diez soldados, que él llamó leopardos porque, a pesar de haberlos beneficiado, se mostraron siempre crueles.

Llevando a Jesús como compañero y aliado en tan largo viaje, el bienaventurado Ignacio, aunque decaído por la edad, no se debilitaba, sino que se sentía mucho más fuerte, dice San Juan Crisóstomo, en una Homilía bellísima en honor del Santo Mártir.

"Y con la fortaleza que había en El, confirmaba más decididamente a las Iglesia en la Fe".

"A su paso por las varias ciudades de Asia proconsular, las poblaciones que se hallaban a lo largo del camino acudían    de todas partes animando al Atleta con oraciones y embajadas. Y ellas a su vez recibían consuelos no comunes, contemplando al Mártir correr con tanta prontitud a la muerte, cuanta convenía a quien era llamado al Reino de los Cielos", continúa    San Juan Crisóstomo.

Luego en Esmirna, donde conoció al Obispo San Policarpo, tuvo un verdadero trinfo, y hasta allí llegaron Obispos y diputaciones de muchas otras Iglesias.

San Ignacio quiso mostrarles su agradecimiento, escribiendo cartas a los de Efeso, a los de Magnesia y a los de Trales. Desde Esmirna fué también desde donde    escribió a los Romanos, conjurándolos con toda    su alma para    que no tratasen de impedir su martirio. En esta carta, él se dirige a la Iglesia "que preside", y llama a la Iglesia Romana "la legisladora de la caridad que custodia la ley de Cristo, y lleva el nombre del Padre". Y dice: "Os conjuro a no usar conmigo de una benevolencia importuna. Concededme que sea pasto de las fieras. Soy trigo de Dios, y seré triturado por los dientes de las fieras para ser convertido en pan digno de Cristo". Y luego pasa a decir, que Pedro y Pablo estuvieron en Roma, pues escribe: "No os mando como Pedro y Pablo..."

Consiguió la corona del martirio en Roma, damnatus ad bestias.

Envió también cartas a los de Filadelfia, de Esmirna, a San Policarpo.

Los de Efeso habían enviado a saludarlo a Esmirna a su obispo Onésimo para que consolase al Santo, en representación de todos ellos San Ignacio escribió de manera sublime acerca del Episcopado:

|p7

IGNACIO A LA IGLESIA DE EFESO

Así escribió San Ignacio a la Iglesia que está en Efeso: "Os apresurasteis a venir a verme. Así pues, he recibido a toda vuestra multitud en Onésimo, hombre de caridad inenarrable, y vuestro Obispo viviente al cual os ruego que améis en Cristo y que todos os hagáis semejantes a él. Porque bendito quien os ha hecho la gracia, de la que erais dignos, de poseer un Obispo semejante".

Y más adelante agrega: "Es pues, conveniente, que de todas formas glorifiquéis a Cristo que os ha glorificado a fin de que en    una sola obediencia, perfectos, subordinados al Obispo y al colegio de sacerdotes, seáis en todo santificados".

Y luego: "La caridad no me pemite que calle con vosotros; por eso es que me adelanté a exhortaros a uniros en la palabra de Dios. Porque también Jesucristo, inseparable vida nuestra, Verbo del Padre, como igualmente los Obispos, establecidos en las regiones,están en la palabra de Cristo".

"Por eso es que os conviene conformaros a la palabra del Obispo, lo que por lo demás hacéis. Porque el colegio de vuestros sacerdotes, digno de Dios, vive tan en armonía con el Obispo, como las cuerdas de la cítara".

|p8 "Porque si yo en tan breve tiempo, tan gran familiaridad he estrechado con vuestro Obispo, que no es humana, sino espiritual, cuánto más dichosos os estimo, incorporados a él como la Iglesia a Jesucristo y como Jesucristo al Padre, a fin de que todo armonice en la unidad".

"...Si tanta fuerza tiene la oración de uno solo y de dos, cuanto más la del Obispo y de toda la Iglesia". "Cuidémonos, pues, de no resistir al Obispo, a fin de que vivamos sometidos a Dios". "Y cuando uno ve que el Obispo calla, témale más; porque todo lo que el padre ordena en la administración de la propia casa, es necesario que nosotros lo acojamos lo mismo que a quien lo manda. Al Obispo, pues, está claro que conviene mirarlo como al mismo Señor".

"Vosotros todos nominalmente y juntos, por medio de la gracia, uníos en una sola fe y en Jesucristo, según la carne de la estirpe de David, hijo del hombre e Hijo de Dios, para obedecer al Obispo y al presbiterado con mente indivisa, partiendo un solo Pan, que es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir; aún más, para vivir siempre en Cristo".

|p9

IGNACIO A LOS DE MAGNESIA

San Ignacio recibió también en Esmirna, la visita de Doma, Obispo de Magnesia; con el Obispo llegó una diputación en la que figuraban los sacerdotes Baso y Apolonio y el diácono Zotio. Ignacio, siempre desde Esmirna, escribió a la Iglesia que está en Magnesia junto al Meandro, dándole las gracias. Y he aquí lo que dice a los fieles respecto al Obispo:

"...Se me ha tenido por digno de veros por medio de Doma, vuestro Obispo, digno de Dios, y de los presbíteros Baso y Apolonio, y de mi consiervo el Diácono Zotio, de cuya cmpañía ojalá pudiese gozar porque vive subordinado al Obispo como a la gracia de Dios".

El Obispo Doma era todavía muy joven, y San Ignacio escribe: "Es conveniente para vosotros el no aprovecharos de la edad del Obispo, sino conforme al poder de Dios Padre, tratarlo con toda reverencia, como he observado que tampoco los santos presbíteros no se han aprovechado de su aparente edad juvenil sino que, como prudentes en Dios, ceden ante él, o más bien, no ante él, sino ante el Padre de Jesucristo, Obispo de todos".

 

"En honor, pues, de Aquel que lo quiere, debéis obedecer sin hipocresía de ninguna clase, ya que el que lo engañe, no solamente engaña a este Obispo visible, sino que engaña al invisible". "Quien engaña al Obispo, engaña a Dios". "Debemos, pues, no sólo ser llamados cristianos, sino serlo, porque algunos hablan del Obispo bien, pero todo lo hacen sin contar con él. Esos tales no me parece que sean hombres de buena conciencia; porque no están, según el mandato, firmemente reunidos en uno".

"...Procurad hacer todas las cosas en la concordia de Dios, presidiendo el Obispo en lugar de Dios".

"Que nada haya en vosotros que pueda dividiros, sino permaneced unidos al Obispo..."

...............................................................

"Por lo tanto, como el Señor nada hizo sin el Padre, estando unido a El...así tampoco hagáis nada vosotros sin el Obispo y los presbíteros".

"Permaneced subordinados al Obispo, los unos a los otros, como Jesucristo al Padre, en su naturaleza humana, y los Apóstoles a Cristo, al Padre y al Espíritu Santo".

|p10

IGNACIO A LOS DE TRALES

Los Traleses enviaron a Esmirna a saludarlo y a besar las cadenas del gran Obispo de Antioquia, a su Obispo Polibio. E Ignacio, profundamente agradecido, escribió a la santa Iglesia que está en Trales de Asia; la saluda conforme a la costumbre apostólica y ruega por ella para que goce de gran contento. El Santo ve en Polibio a la multitud de sus diocesanos, y del Obispo dice lo siguiente:

"Siempre que estéis sujetos al Obispo como a Jesucristo me parece que vivís no según el hombre, sino según Jesucristo que ha muerto por nosotros".

"Es necesario por lo tanto, como lo hacéis, que nada se ejecute sin el Obispo... el Obispo es figura del Padre". "He acogido y tengo conmigo al modelo de vuestra caridad en vuestro Obispo, cuya misma conducta es una gran escuela y su mansedumbre fortaleza; hacia la cual, pienso que hasta los ateos sienten respeto".

Luego habla de los herejes y dice:

"Guardaos, pues, de esos tales".

"Esto, sin embargo; os sucederá si no vivís cautos y permanecéis unidos a Dios Jesucristo, y al Obispo y a los preceptos de los Apóstoles".

...............................................................    "Y quien hace cualquier cosa sin el Obispo... ese no tiene conciencia limpia".

"Os conjuro por mis cadenas, las cuales, llevo por amor de Jesucristo, rogándoos seguir a Dios; perseverad en vuestra concordia y en la mutua oración. Ya que es conveniente para cada uno de vosotros, y en particular para los presbíteros, ofrecer alivio al Obispo en honor del Padre de Jesucristo y de los Apóstoles".

"Sed fuertes en Jesucristo, subordinados al Obispo como al comando".

 

IGNACIO A LOS DE FILADELFIA

|p11 Siempre en su viaje camino a Roma hacia el martirio el Santo saluda desde Tróade a la Iglesiade Dios, que está en Filadelfia en Asia Menor. Y la saluda en la sangre de Jesucristo, que es alegría constante y eterna, "especialmente si estamos en unidad con el Obispo".

"He conocido a vuestro Obispo, que no por sí mismo ni por medio de los hombres ha obtenido el ministerio respecto a la comunidad, ni tampoco por vanagloria, sino en la caridad de Dios

Padre y del Señor Jesucristo".

"Hijos de la verdad, huid de las divisiones y de las doctrinas perversas; sino allí donde esté el Pastor, seguidlo como ovejitas".

"Porque todos aquellos que son de Dios y de Jesucristo, están con el Obispo".

"... Una es la Carne de Ntro. Señor Jesucristo y uno el Cáliz de la unidad en su Sangre; uno el altar, como uno es el Obispo".

"Grité a grandes voces en medio de aquellos entre los cuales hablaba con la voz de Dios: Obedeced al Obispo y al colegio de los presbíteros y a los diáconos".

"El Espíritu anunció estas cosas, diciendo:

"Sin el Obispo no hagáis nada".

"El Señor perdona a todos aquellos que se arrepienten si se convierten a la unidad de Dios y a la comunión con el Obispo".

 

IGNACIO A LOS DE ESMIRNA

|p12 Todavía desde Tróade, Ignacio escribió también a la Iglesia de Esmirna, a la que llama dignísima de Dios y feraz en santidad, invitándola a enviar legados a Antioquía y a alegrarse por la paz restituída a aquella Iglesia.

He aquí los que les dice del Obispo:

"Obedeced todos al Obispo, como Jesucristo al Padre".

"Ninguno sin el Obispo haga alguna de las cosas referentes a la Iglesia".

"Sea tenida por válida aquella Eucaristía que se celebra bajo la autoridad del Obispo o de aquel al cual él, le haya concedido facultad".

Donde se presente el Obispo que allí esté el pueblo, como donde está Jesucristo, allí está la Iglesia Católica".

"Es necesario tener fija la mirada en Dios y en el Obispo".

"El que honra al Obispo, será honrado por Dios. El que hace alguna cosa a escondidas del Obispo, sirve al diablo".

 

IGNACIO A POLICARPO

|p13 A su paso por Esmirna, San Ignacio conoció al Obispo Policarpo, discípulo de San Juan Evangelista y de otros Apóstoles.

Policarpo había conversado con muchos que conocieran a Jesús. Por los Apótoles o tal vez por el mismo San Juan, fué ordenado Obispo de Esmirna, probablemente en el año 100 de nuestra Era; o sea, cuatro años antes de la muerte del Evangelista.

Tuvo por discípulo a San Ireneo. Fué tan celoso en custodiar el Evangelio y tan ardiente en divulgarlo, que se convirtió en el martillo de los herejes. Se cuenta de él, que habiendo tropezado en cierta ocasión con el hereje Marción, como le dijera éste: "¿Me conoces?, el Santo le respondió: "Conozco al primogénito de Satanás".

Pero igualmente estaba animado de una viva solicitud para atraer a los herejes al recto camino, y cuando bajo el Papa Aniceto estuvo en Roma, convirtió a muchos partidarios de Valentiniano y de Marción.

|p14 Llegado pues, San Ignacio Antioqueno de Esmirna, encadenado y conducido a Roma para ser arrojado a las fieras, Policarpo besó sus cadenas, lo animó de toda forma y estrechó con él íntima y fraternal amistad.

Y San Ignacio dese Tróade antes de ser embarcado para Occidente le escribió una carta, de la que reproducimos algunos pasajes, donde habla del Obispo.

Luego San Policarpo fué condenado a la hoguera y quemado vivo el 23 de febrero del año 155, obteniendo la palma del martirio.

"Alabando tu ánimo piadoso, fundado sobre la piedra inconmovible, glorifico a "Dios.

"De todos lleva lleva las enfermedades, como perfecto atleta..."

"Donde es mayor la fatiga, mayor es la ganancia".

"Si alguno se enorgulleciere, caerá en la ruina y si se reputare ser más que el Obispo, está muerto".

"Escuchad al Obispo, a fin de que también Dios os escuche".

 

EL OBISPO DE TORTONA Y LA PEQUEÑA OBRA DE LA DIVINA PROVIDENCIA

|p15 Habiéndosele requerido a San Juan Bosco, en 1887, un año antes de su muerte, que tuviera a bien escribir algo acerca del Papa en ocasión del Jubileo de León XIII, extendió una declaración que refleja fielmente cuanto aquel gran Santo de los tiempos modernos había pensado y escrito sobre el Papa, durante los años de    su apostolado.

Y como es precisamente en la escuela de Don Bosco donde he aprendido a conocer y amar entrañablemente al Papa, por eso me causa una alegría inenarrable el reproducir aquel solemne testimonio:

"Lo que puedo ofrecer - dice el Santo - consiste en confesar como confieso altamente, que hago míos todos los sentimientos de fe, de estimación, de veneración y de amor inalterable de San Francisco de Sales hacia el Pontífice".

"Admito con júbilo todos los gloriosos títulos que él escogió con los Santos Padres y en los Concilios, con los cuales formada como una corona de preciosísimas joyas, adornó la cabeza del Papa, como son entre otros el de Abel por el Primado, de Abrahán por el Patriarcado, de Melquisedec por el Orden, de Aarón por la Dignidad, de Moisés por la Autoridad, de Samuel por la Magistratura, de Pedro por la Potestad, de Cristo por la Unción, de Pastor de todos los Pastores, y más de otros cuarenta, no menos espléndidos y apropiados".

Así escribía el Santo.

|p16 Ahora bien, oh mis queridos Hijos en Cristo, y Vosotros, Alumnos y Amigos de la Pequeña Obra: pemitid que en la fausta circunstancia del ingreso en la Diócesis de Tortona de Su Excia. Rma. Monseñor Egisto Domingo Melchiori, este vuestro padre y amigo, que reputa por singular gracia el haber tenido en su jeventud a Don Bosco por guía de su alma, por Bienechor insigne y maestro: dejad digo, que al menos desde lejos, se una a vuestro júbilo y al entusiasmo del clero y pueblo de la ciudad y Diócesis, y mire y siga el ejemplo de su Maestro.

No podría ser de otro modo.

Como Don Bosco respecto al Papa, así hoy vuestro pobre sacerdote ha reunido flores de la primera época del Cristianismo, de la Era de los Mártires: flores de aquella fe que nunca languidece, y viene a ofrecerle a su nuevo y venerado Obispo un ramo que en verdad tiene la fragancia de Cristo y suavísimo perfume apostólico.

Y Dios le da a entender, que el Obispo se sentirá contento y consolado, porque son expresiones bellas y conmovedoras de otro Obispo; son palabras de vida y de amor de un gran Mártir, que llegan al alma, pues expresan la doctrina pura, ortodoxa, de la Santa Iglesia y del Episcopado.

|p17 He aquí, Excelencia Rma., y mi buen Padre en Cristo, las flores que este hijo lejano depone en espíritu a vuestros pies benditos. Son los títilos del Magisterio y de la dignidad del Obispo, los deberes y sentimientos de obediencia, de amor, de veneración, que se le deben, expuestos por el gran San Ignacio, Obispo de Antioquía, en las admirables cartas que escribiera el Santo a las Iglesias de Asia y a los Romanos, mientras era conducido al martirio.

Son el testimonio incomparable de la fe primitiva, que es nuestra fe; la fe que no cambia, porque es la idefectible e inmortal fe de la sola verdadera Iglesia de Jesucristo: Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana asistida por el Espíritu Santo, única guardiana de las Sagradas Escrituras y de la Divina Tradición, única Maestra infalible de la palabra revelada.

Hago, pues, míos - diré con Don Bosco - todos los sentimientos de fe, de amor y veneración hacia el Papa de San Francisco de Sales, y aquellos del Episcopado proclamados por San Ignacio, y la enseñanza, la doctrina profesada por aquellos grandes Santos, la pongo dentro de mi corazón y la hago sangre de mi sangre y vida de mi vida.

|p18 Y mientras la doy a mis Hijos y Alumnos en el Señor, para que    saludablemente se alimenten y vivan conforme al espíritu de la Iglesia, con acatamiento y devoción dulcísima deposito humildemente a los pies de mi nuevo Obispo y Padre esta mi profesión de fe, que expresa fielmente todo lo que siento respecto al Romano Pontífice y al Episcopado: lo que creo, lo que soy y cuanto, con la divina gracia, quiero creer y quiero ser, vivo y muerto.

Y a él beso reverentemente el sagrado Anillo y las manos, tal como a San Marciano, Primer Obispo de Tortona, y me arrodillo a sus pies como lo haría ante los de Jesucristo y su Vicario el Romano Pontífice, haciendo protesta de plena obediencia, amor, respeto y devoción, en mi nombre y en nombre de todos vosotros, oh queridos Hijos míos y Alumnos; sólo displicente por no poderlo hacer todavía en persona, puesto que Dios dispone que me halle tan lejos.   

¡Y que se digne Su Excelencia Rma. bendecirnos!

Y de esta manera pongo a los pies de mi Obispo la Pequeña Congregación, con todas nuestras miserias y nuestros andrajos y con humildad le digo: Buen Padre, nosotros estamos a vuestras veneradas órdenes, Os escucharemos como si nos hablase Dios.

|p19 Esta es nuestra vida en Jesucristo Crucificado, Dios y Redentor Nuestro, y en la Santísima Virgen: ser y pemanecer siempre como estropajos, pequeños, humildes, fieles y abandonados en las manos y a los pies del Papa y de los Obispos: vivir y morir de amor a los pies del Papa y de los Obispos.

Y suplico a la misericordia de Dios, que no permita jamás que los Hijos de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, lleguen a separarse en lo más mínimo de la doctrina apostólica y de los principios y sentimientos hacia el Romano Pontífice y hacia los Obispos, magistralmente declarados por San Francisco de Sales y el gran Atleta y Mártir de la Fe, San Ignacio de Antioquía.

De modo que, amantísimos del Papa, "dulce Cristo en la tierra", del Episcopado y de la Iglesia, los Hijos de la Divina Providencia estén siempre junto con el que suscribe, como humildes servidores y fervientes sostenedores de la Santa Sede y de los Obispos, en obediencia absoluta, filial y devota sin límites.

|p20 Que siempre se halle sobre todos nuestros pensamientos y afectos, la gloria de Dios, del Papa, del Episcopado, seguros de procurar así nuestra santificación y la salvación de las almas; seguros de contibuir también así, aunque modestamente, al bienestar y prosperidad de la patria.   

La adhesión, el obsequio y la reverencia, no sólo a la dignidad del Papa y de los Obispos, sino también a sus sagradas personas, nunca serán demasiado, oh hijitos míos.

Inculquemos tal veneración a nuestros Alumnos y a los fieles, y si fuere oportuno, tomemos su defensa como hijos amantes, con la palabra, con los escritos, con las obras y hasta con el martirio.

De tal manera, que en todo lo que hiciéremos, en todo lo que dijéremos, tratemos de vivir y conducirnos inspirados por el máximo amor hacia el Vicario de Jesucristo y los Obispos "que el Espíritu Santo ha puesto para gobernar la Iglesia de Dios" (Act. Apost. XX 28).

Que sea éste uno de los cánones fundamentales y ley constitutiva de la Pequeña Obra.

Y pidamos todos los días a Dios, antes morir que decaer en tan apostólicas enseñanzas.

¡SIC DEUS NOS AJUVET!

¡Así Dios nos ayude, oh mis queridos Hijos, Alumnos y Bienechores,    y nos anime hasta la muerte et ultra!

|p21 Amar a Nuestro Señor, a nuestra Celestial Madre Fundadora, la Santísima Virgen María; amar al Papa a los Obispos, a la Iglesia; amar a los pequeños y a los pobres más abandonados, me parece que es hallarse ya un poco en el Paraíso. Ya no siento el cansancio, ni las calumnias, ni siquiera los dolores, que sin embargo gracias a Dios no son pocos.

Aún más, ahora es cuando Jesús me incita a pedirle ardor en el obrar por la salvación de las almas; a pedirle fe, más fe, pero de aquella como decía el Cottolengo; amor a las angustias, a la hostilidad; a la Cruz ¡Oh feliz tribulación, oh pan de consuelo!

¡Fe, oración y ánimo; Hijitos y Amigos míos, y adelante in Domino!

Tratad constantemente de tener humildad y caridad; sed bondadosos, piadosos, trabajad, caminad bajo la mirada de Dios ¡mi corazón está con vosotros!

|p22 El Señor nos ha consolado los días pasados al hacenos abrir aquí un lindo Instituto para la formación del personal para la Argentina y Uruguay.

Ha sido inaugurado por el Excmo. Nuncio Apostólico, Mons. Felipe Cortesi, el 18 de enero, Fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma.

Su Excelencia Rma. se dignó venir a celebrar la Santa Misa y luego pronunció un bellísimo discurso, mostrándose después tan satisfecho del nuevo Instituto, que al dejarnos me dijo: Si usted no hubiera venido a América nada más que por esto... ¡Deo gratias!

En el frente del nuevo edificio, en magnífico resplandor de cielo y sol, aleteaban tres banderas: la argentina, la papal y la tricolor italiana.

|p23 Adiós, mis queridos Religiosos: recibid los saludos de estos vuestros Hermanos y rogad por nosotros.

Niños pobres y abandonados, ancianos, ciegos, huerfanitas, epilépticos, enfermos, mis buenas viejecitas abandonadas por el mundo, pero no por Jesús: ¡adiós!

No lo dudéis: la Divina Providencia sabe que vivís; rezad, comulgad, y la Divina Providencia proveerá.

No os olvidéis de los Bienechores, y recordad ante el Señor a vuestro pequeño hermano y sirviente Don Orione, que no puede pensar en vosotros sin derramar lágrimas: porque vosotros sois los amores de su corazón.

Y vosotros, Jóvenes queridísimos, ex-Alumnos y Amigos y Bienechores, vivid con fe operante; oremos según la intención del Obispo y dispongámonos a hacer cuanto nos indicare. ¡Estad buenos, adiós!

Adiós mis queridos hijos; besad todos las manos al nuevo Obispo por mi, recibid también por mi todas las bendiciones que os imparta y enviádmelas todas; será el mejor regalo y consuelo que me podréis ofrecer.

La bendición del Obispo es la bendición de Jesús.

|p24 ¡Ven Jesús! ¡No aspiramos sino a Tí, no queremos sino a Tí!...

¡Hijitos la noche de estapobre vida está avanzada y el día se avecina: rogad por mí!

Quiero que entremos en el Paraíso conducidos de la mano por la Virgen Santa. Y entraremos, sí, por la divina misericordia, entonando el Christus vincit, el Magnificat, el Tu es Petrus, el Posuit Episcopos regere Eclesiam Dei, y el Ecce quam bonum et quam jucundum habitae fratres in unum: nuestro Credo, los cánticos de nuestra Fe grande y de nuestro gran amor.   

¡FIAT! ¡FIAT!

Os bendigo amplísimamente y abrazo a vuestras almas.

Vuestro en Jesús y en la Virgen Santísima.

                                        Afectísimo SAC. LUIS ORIONE

                                  de los Hijos de la Divina Providencia